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El verano

  • Francisco Lopez Fudalej
  • 21 dic 2016
  • 3 Min. de lectura

Empezó el verano con un día muy caluroso. La madrugada duele, el ventilador que hace ruido, la transpiración que cae por mi frente. La pileta, única salida. Me acosté sobre la colchoneta mientras los mosquitos hacían un festín sobre mi cuerpo, pusieron manteles de fiesta, llamaban a los mas pequeños a cenar y luego brindaban con sus copas llenas de mi sangre. Pidieron deseos, por un año con mas reproducciones y mas agua estancada. En el cielo vi una estrella fugaz, y al igual que los mosquitos, se me vinieron a la mente un montón de deseos, pero luego recordé que hace rato que dejé de creer en lo fugaz. No confío en el momento luminoso del cielo, algo tan hermoso pero a la vez tan distante. No importa si la viste o si pudiste pedir un deseo, simplemente se va. Y en ese instante fugaz enamora a tantos, como si conquistara al por mayor. Caí un montón de veces, pero ya no. Besé, amé y lloré bajo una estrella fugaz en algún momento de mi vida. Quizás fue bonito para la anécdota, pero terminó siendo el fiel reflejo de mis sueños, fugaces. Los árboles se mueven cada vez más fuerte y el viento cada vez es mas fresco. Las nubes van tapando el oscuro cielo. Después de tanto calor, un poco de lluvia no vendría mal. Ya casi que no se ven las estrellas y lo único que brilla es una luz de la calle. Es un momento de paz absoluta. Siempre digo que la conexión con la naturaleza nos hace reflexionar. Nadie puede pensar en el caos. También pienso que la naturaleza nos representa momentos. Lo fugaz, lo nublado, lo lluvioso, lo soleado. Quizás los tres primeros me representen un poco mas. Luego de esa estrella fugaz hace unos minutos mi cara cambió. Me representó un montón de momentos de mi vida que me enamoraron con sus luces y luego del primer pestañeo ya no estaban. Vi sueños, objetivos, mujeres, cuentas pendientes y miles de recuerdos. Sólo en un momento. Entonces que se nuble y que el viento corra a mas velocidad, para mí es algo bueno. Refleja el comienzo de una nueva estación, el cambio de aire y las nubes no dejan que vea las estrellas. Aunque vale aclarar que mi problema es solo con las fugaces. Las que están ahí siempre me generan una sensación de eternidad y de tranquilidad. Pienso que una estrella es mi abuela, y quizás las otras sean sus abuelos o sus padres que de modo tan generoso permiten que todos podamos ver su brillo. Supongo que las nubes las tapan para que no nos aferremos tanto a ellas y para que las disfrutemos aún más cuando brillen. En cambio las fugaces son como esos peces marinos que te atraen con su luz y su hermosura, y cuando te descuidas te deboran sin piedad. De todas formas estamos acostumbrados, acá en la tierra dicen que lo bueno dura poco, que lo bueno tarda en llegar y que nada puede ser tan bueno. Perfecto, hay que lidiar con la infelicidad de las personas que repiten frases hechas por otros infelices. Creo que si no te esforzas para que lo bueno dure y sea lo mas estable posible, estas muerto en vida. Yo me morí en vida, pero entiendo que es un proceso, y quiero resucitar. Quiero recuperar lo que perdí, vencer lo fugaz que envolvió mi pasado y poder brillar, para el día de mañana poder estar allá arriba en cielo, brillando para ustedes. No quiero ser eso fugaz que los enamore y los lastime. Solo quiero brillar en vida y vivir brillando. El brillo no es ni fama ni un buen shampoo, es simplemente ser feliz y transmitirlo. Y benditas esas personas que contagian esa energía. Brindo por ellas, por las estrellas que están siempre, por mi papá y mi mamá, mi hermana, mis seres queridos, los que hacen el bien, por la buena gente, por el amor y el respeto. Y si esta noche los mosquitos me quitan toda la sangre, les pido que no me dejen en el olvido, quiero brillar para ustedes, desde donde sea.

 
 
 

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