top of page

La carta que nadie leyó

  • Francisco Lopez Fudalej
  • 26 dic 2016
  • 2 Min. de lectura

Quizás todo hubiera sido distinto, si pudieras haber visto lo que te escribí, y me arrepiento enormemente, por esa maldita carta que nunca te dí Todavía recuerdo aquella tarde de sol en la escuela, los ventiladores no funcionban y mis nervios aumentaban Había llevado al papel mis sentimientos mas profundos, halagando desde tu pelo hasta tu brillo al andar, tu timidez que me generaba curiosidad y tus ojos que me llevaban hasta la eternidad. "Me gustas, querés ser mi novia?" Así finalizaba la carta... No se rían de mi inocencia, tan solo tenía nueve años y el corazón mas grande que mi cuerpo. Había imaginado y planeado como sería aquel momento. Sonó el timbre del segundo recreo, esperé que los demás niños salieran al patio y me acerqué hacia tu mochila. El ruido del cierre me retumbó en el alma, estaba a punto de depositar mis sueños en forma de papel en manos de otra persona, en tus manos. ¿Pensarás en mí? ¿Sentirás lo mismo? ¿Me rechazarás? Todos esos pensamientos se me cruzaron por la mente en un segundo. Dejame decirte que cometí el acto más cobarde de mi vida. Cerré la mochila, tiré la carta a la basura y me fui a jugar a la pelota. Le ganamos al otro cuarto grado 8 a 5, con cuatro goles míos, pero merecía irme silbado por todo el colegio. El miedo me ganó esa tarde y hasta el día de hoy me arrepiento. Vivir constantemente con el "que hubiera pasado sí...", no es vivir. Es morir lentamente y sufriendo por la cobardía que no te deja respirar. Es condenarse para siempre a ver a las mujeres que ames en brazos de otros. Y ahí estás, años después puedo decir que nada cambió. Vos seguís dejando brillo al andar y yo sigo escribiendo mis sentimientos rogando que nunca te encuentren. Vos seguís con esa timidez que puedo detectar a la distancia, y yo sigo viendo a las mujeres que amo en brazos de otros. Todo sigue igual que ayer, te observo a lo lejos y te siento a kilómetros. Maldigo aquél día en el que no fui capaz de soltar un papel con letras. Viéndolo así, es mucho más humillante. Sos la culpable de que no sepa analizar oraciones, ni los países limítrofes, ni dividir en papel. Pasaba las horas mirándote y lo único que aprendí fue a analizarte a vos, aprendí

que tu nariz limita con tu boca y a dividir mis alfajores para de alguna forma acercarme. Esta historia tiene un final predecible, falta poco para que suceda. En los brazos de otro voy a verte, estando enamorada y contenta. Ya no me queda mas remedio que aceptar mi triste condena. Si el destino quiere que esto que escribo te encuentre algún día, te pido que respetes mi sinceridad y que me digas que hace muchos años atrás me hubieras rechazado, así puedo vivir tranquilo. Si no es así, decime que fui un idiota, pasame tu dirección y decime a que hora te busco, para recuperar el tiempo perdido y para amarnos con locura.


 
 
 

Comments


  • Grey Facebook Icon
  • Grey Twitter Icon
  • Grey Google+ Icon
bottom of page